Presentación

Apunte autobiográfico

Eliahu Toker
Eliahu Toker.

Nací en diciembre de 1934 en el tan porteño como judío barrio del Once de la ciudad de Buenos Aires, viviendo y trabajando en ese barrio durante gran parte de mi vida.

De mi paso por las aulas coseché un título de docente hebreo (Seminario de Maestros Hebreos, 1954) y el título de arquitecto (Universidad de Buenos Aires, 1962) profesión esta última que sostuve durante una veintena de años sembrando por la ciudad una cantidad de edificios de felicidad despareja. En 1982 abandoné la arquitectura para entregarme totalmente a mi vocación más honda, que fue siempre la poesía, bien --que no mal--, al parecer incurable, que contraje muy tempranamente, viviendo de Lorca a Neruda, de Amós a Isaías y de Whitman a Maiacovsky, mientras pulía mi propia palabra, reunida hasta hoy en una docena de poemarios, desde Piedra de par en par, aparecido en 1972, hasta Estado Civil: Abuelos. Poemas con nuestros nietos, que vio la luz en el 2009. Padretierra, de 1997, recibió ese año la Faja de Honor en Poesía, de la Sociedad Argentina de Escritores, SADE.

Mi lengua familiar, la de la intimidad, fue el ídish.  Descubrir a los grandes poetas de esa lengua, fue contraer una otra pasión incontrolable: la de verterlos de mi idioma visceral a mi lengua creativa, del ídish al castellano. Primero, breves selecciones de textos de un determinado poeta --Glatstein, 1968; Leivik, 1972; Sútzkever, 1983--; luego, antologías abarcativas --Muestra de la poesía ídish del siglo XX, Caracas, 1976; El resplandor de la palabra judía, 1981; Celebración de la palabra, 1989-- y finalmente antologías de material folklórico y de textos clásicos, del ídish y del hebreo, entre ellas: Cantar de los Cantares, 1984; Refranero judío, 1986; Máximas de los maestros, Pirké Avot, 1988 (en colaboración con Abraham Platkin); El canto del pueblo judío asesinado, de Itsjok Katzenelson, 1993 (reeditado en Barcelona en el 2006); y Shpilkes, 2007; y Cuentos escogidos de Sholem Aleijem, 2009.

Gogl Mogl. El gran libro del Humor Judío

Si fuese pecado, el rabino no lo haría. Humor erótico, judío y del otro también

En colaboración, organicé hasta la fecha once libros de humor, de los cuales ocho lo fueron con Rudy, entre ellos ¿Nu? Reír en el país de ídish, 2006; No desearás tu mujer al prójimo. Humor sobre los Diez Mandamientos, 2005; Odiar es pertenecer y otros chistes para sobrevivir al nazismo, racismo, autoritarismo, antisemitismo, 2004; Si fuese pecado, el rabino no lo haría. Humor erótico, judío y del otro también, 2009; y Gogl Mogl. El gran libro del Humor Judío, 2009. Con Manuela Fingueret hicimos Las picardías de Hérshele, 1989.

Entre otros temas me interesó indagar acerca de los puntos de encuentro y desencuentro entre lo judío y lo argentino, entre lo judío y lo latinoamericano, tal como se expresa en la literatura, en la poesía, en ídish y en castellano. Además de participar en la organización de una serie de Encuentros de Escritores Judíos Latinoamericanos sobre este tema --en 1986 y 1988 en Buenos Aires, en 1990 en San Pablo y en 1992 de nuevo en Buenos Aires-- organicé una antología de la obra de Gerchunoff por encargo de la Secretaría de Cultura argentina --Alberto Gerchunoff, entre gauchos y judíos, 1994-- y otra de la obra de César Tiempo para el Archivo General de la Nación, Buenos Aires esquina Sábado, aparecida en 1997. También compuse una antología de la obra del poeta Grünberg, Un diferente y su diferencia. Vida y obra de Carlos M. Grünberg, obra que vio la luz en Madrid en 1999.

Estado civil: abuelos. Poemas con nuestros nietos

Cuentos escogidos de Sholem Aleijem

Relacionado de algún modo con el tema mencionado, con Ana E. Weinstein venimos realizando en conjunto una serie de trabajos, como ser la curaduría de la muestra De la destrucción a la reconstrucción. 18 de julio de 1994, organizada por IWO-AMIA en la Biblioteca Nacional (agosto de 1997), la muestra Álbum de una Comunidad. Centenario de la Colonización Agrícola Judía en la Argentina que tuvo lugar en octubre de 1989 en el Centro Cultural Recoleta de la Municipalidad de Buenos Aires, y entre otras las siguientes obras: La letra ídish en tierra argentina. Biobibliografía de sus autores literarios (2004), Sitios de la memoria. Los cementerios judíos porteños de Liniers y Tablada en la historia y la cultura (2005), En el espejo de la lengua ídish. Selección de textos argentinos (2006), y Nietos y abuelos. Un intenso vínculo (2007).

En diciembre de 2006 se incorpora a este website, en el rubro Escritos, una cantidad de textos aparecidos en diversas publicaciones o leídos en diferentes ocasiones, incluso varias participaciones en la serie de mesas Condenados a la inmortalidad que solía organizar el querido Bernardo Ezequiel Koremblit.

 

La palabra en primera persona:
Acerca de lo judío argentino en mi poesía

Provocado por quienes observan mi poesía a través de una lente crítica y se preguntan sobre las fuentes del río subterráneo que, dicen, recorre la mayor parte de mis poemas levantando un mundo de vivencias judías, tanto más fuertes cuanto menos manifiestas, quiero detenerme en las raíces que, creo, amamantan mi palabra y mis preocupaciones, alimentando esa correntada subterránea:

La primera, la lengua ídish.  Pese a haber nacido en Buenos Aires, el ídish fue mi primera lengua familiar, la lengua materna que impregnó mis más recónditas vivencias infantiles quedando, a su vez, impregnada por ellas. Pero el ídish no fue sólo el idioma de mi infancia; en mi adolescencia, cuando yo ya estaba totalmente instalado en la lengua española, el descubrimiento de la moderna poesía ídish fue uno de mis primeros lazos con la poesía, y traducirla al castellano fue uno de los primeros desafíos que me propuso la tarea literaria.

La segunda, la Biblia hebrea. Mi adolescencia fue la época de los grandes deslumbramientos poéticos. Estudiando por entonces en el "Seminario para Maestros Hebreos" descubrí las voces de los grandes profetas --Isaías, Amós, Ezequiel, Miqueas--  que al igual que otros textos bíblicos  --Génesis, Job, Cantar de los Cantares--  leídos y gozados en hebreo, constituyeron --constituyen-- una honda lección de poesía, compromiso y síntesis expresiva.

La tercera, mi preocupación por el origen, el pasado y la memoria.  Tal vez como reacción a la proclividad argentina  y judeo-argentina a negar y olvidar el propio pasado, afloraron a mi poesía mis padres y sus ámbitos familiares de Europa Oriental.

Finalmente no cesa de provocarme ese extraño lugar nuestro como judíos y argentinos, inquietos y forcejeando con estas partes que nos constituyen; viviendo y observando los encuentros y desencuentros que entre esas partes se dan en mi generación y en mí. 

Ser un escritor judeo-argentino, más allá de lo que testimonie mi poesía, es un compromiso y una militancia que comencé a ejercer bastante antes de darme cuenta de que estaba haciéndolo.  Comenzó en mí como traductor y antólogo de poesía ídish, de textos bíblicos, talmúdicos y folclóricos, de relatos judíos, etcétera. Más tarde cobró cuerpo en actividades teóricas y prácticas, investigando un conjunto de autores argentinos comprometidos con su condición judía, colaborando en la investigación de hechos y procesos singulares de la historia de esta comunidad.

 Resumiendo, ser un escritor judeo-argentino implica, para mí, el desafío de descubrir y expresar lo judío de la condición argentina y lo argentino de la condición judía, todo a través de una lente poética. Y además incluir, lo que no es menos importante ni más sencillo, el lugar que ocupa Israel en el propio mundo y en el propio pensamiento. Tarea para toda una vida.

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