Memoria
activa (III)
Palabras presentadas
por Eliahu Toker frente a Tribunales
Lunes
24 dic. 2001
Estamos viviendo en la Argentina
momentos dramáticos que, desde ya, no
constituyen fenómenos casuales sino
hitos de un muy largo deterioro moral de la
república y cuyo desarrollo futuro es
una incógnita inquietante. Uno quisiera
que lo sucedido significase la finalización
de ese coherente e insostenible gobierno de
la corrupción y la impunidad; el final
de este ciclo siniestro marcado por una hambruna
de pan y de justicia, por una tan pícara
como estúpida ceguera de tanto gobernante,
de tanto político, de tanto representante
de las fuerzas vivísimas del país.
Tras la renuncia sin autocrítica alguna,
del ex presidente De La Rúa, y mientras
en las calles reinaban la indignación,
la tristeza, los saqueos y la represión,
una foto muestra exultantes, sonriendo de oreja
a oreja, a los gobernadores peronistas, aquellos que
acompañaron al ex presidente Menem en
su desastrosa escalada de corrupción
y endeudamiento público, listos para
volver a prenderse del magro presupuesto, sin
un plan de salida ni una palabra de autocrítica.
Si se propusieran de veras asumir el poder
de este país en quiebra en beneficio
de la gente, debería temblarles la mano
por la responsabilidad que están por
asumir. Para creerles, en lugar de rostros
felices y sonrientes uno debería encontrar
verdadera preocupación en sus rostros.
Todo comenzó mucho antes
del 18 de julio del ’94, mucho antes
del 17 de marzo del ’92, pero la liviandad
con que se tomaron esos atentados en la Casa
Rosada y en el Palacio de Justicia, la inconsecuencia
de las promesas de investigación y castigo,
sumadas a la displicencia cómplice frente
a muchísimos otros atentados a la vida
y a la dignidad de la gente de nuestro país,
son eslabones de la cadena que lo inmoviliza,
esclaviza, depreda y pudre.
Estos días volví a
recorrer un libro de aforismos del checo Stanislaw
Jerzy Leç. Ustedes saben que los checos
tienen una gran experiencia en eso de usar
el arma de la ironía contra los opresores.
Estos son algunos de sus dichos que estos días,
creo, vienen a cuento. Solía decir
Leç: Las mentiras tienen patas cortas,
pero saben muy bien hacer zancadillas.
O: Quien usa anteojeras
debería saber que con ellas vienen
también las riendas y el látigo.
O: Con una fila de ceros
se construye fácilmente una cadena.
O: Caso para la problemática
del derecho: ¿Hasta cuántos
muertos puede uno equivocarse?
O: Es posible que los pelos
de punta sean un peinado de la época.
Y decía también
Leç: Sé de dónde
procede la leyenda de la riqueza de los judíos.
Siempre pagan los platos rotos.
Los argentinos estamos ingresando
en un gran cono de incertidumbre. El ejercicio
de una Memoria Activa, el gran tema de esta
plaza de los lunes es el gran tema del país,
la memoria. No olvidar quienes fueron los grandes
depredadores de ayer. La memoria. Aunque ahora
se atropellen para salvarnos. Un último
aforismo de Leç:
Todos quieren nuestro bien.
No dejemos que nos lo saquen.
Muchas gracias.