Memoria
activa (II)
Palabras presentadas
por Eliahu Toker frente a Tribunales
Lunes
2 oct. 2000
El sábado pasado fue Rosh
Hashaná, primera jornada de un nuevo
año judío, el 5761. Estos días,
en las sinagogas, uno de los momentos más
solemnes tiene lugar cuando se detienen los
rezos y cánticos litúrgicos y,
en medio de un profundo silencio, el shofar hace oír su voz gutural. Una voz, que
sin dejar de ser sobrecogedora, en esta plaza
resulta casi familiar.
Aquí, cada lunes, desde
hace más de seis años, prácticamente
desde el mismísimo 18 de julio de 1994,
cuando Memoria Activa comenzó a reunirse
frente al Edificio de los Tribunales para exigirle
que se volviese el Palacio de la Justicia,
desde entonces mismo, en este templo singular
sin muros ni puertas, en este templo de la
memoria, del reclamo y la indignación
lunes a lunes se deja oír el desgarrador
sonido de un shofar.
Su clamor, antiquísimo
y actual, tanto en las sinagogas como en esta
plaza, es un llamando a rendir cuentas individual
y colectivamente. Si hay una idea que atraviesa
los textos judíos, yo creo que esa palabra-fuerza
es responsabilidad. Responsabilidad
del hombre ante su propia vida y ante la de
cada uno de sus semejantes.
¿Cómo sería
un balance en estos años de memoria
diet, de palabras de bajas calorías
y de responsabilidad light, en Argentina, en
Israel y en el mundo? Por sólo picotear
en algunos hechos significativos, recuerdo:
El Papa pidió perdón
por la historia antisemita y autoritaria de
su Iglesia, mientras uno de sus hombres más
cercanos declaraba que esa Iglesia se seguía
considerando la única dueña de
la verdad y al mismo tiempo canonizaba a un
Papa notoriamente antijudío.
El rabino Ovadia Iosef, líder
de centenares de miles de ortodoxos israelíes
declaró que los millones de judíos
asesinados por los nazis y sus secuaces durante
la Shoá pagaron así pecados
de vidas anteriores. Cuando esa aberrante declaración
fue repudiada por diversas corrientes religiosas
y laicas judías de Israel y del mundo,
ese rabino se desdijo de un modo ambiguo y
sus seguidores argumentaron que sus dichos
habían sido interpretados maliciosamente
por la prensa. Pero los defensores locales
de Ovadia Iosef ya habían sostenido
en su momento que el atentado a la AMIA se
produjo porque no se cumplían acabadamente
los preceptos...
Y hoy en Medio Oriente, se sigue
asesinando a Sadat y se sigue asesinando a
Rabin. No hacían falta dotes proféticas
para saber que el proceso de paz no sería
sencillo; que habría progresos y fracasos,
avances y retrocesos, dolorosos sacrificios
de una y otra parte, pero este camino, siendo
difícil, es el único que ofrece
una salida de ese laberinto mortal en el que
están atrapados judíos y árabes,
palestinos e israelíes, desde hace varias
generaciones, y va a necesitarse todavía
mucha serenidad, sabiduría y tiempo
para terminar con esa larga pesadilla. Pero
los fundamentalistas de ambos lados siguen
poniendo palos en las ruedas de la paz. A
menudo resulta más difícil despedirse
de un enemigo que de un amigo.
Y aquí, en la Argentina,
con las diferencias del caso, sumidos en una
sensación de malhumor y escepticismo,
tristeza y desesperanza, nos dicen que todo
va muy bien y que lo que esta sociedad necesita
es un tratamiento psicológico; que la
falla está en la comunicación,
que el gobierno no logró aún
dar con los adecuados métodos y sistemas
para la gente entienda que está mejor.
No les cabe en la cabeza que, en esta era marcada
por el apabullante reinado de la informática
y de los medios de comunicación, no
hayan dado todavía con la fórmula
del éxito en este campo, y recurren
entonces a cambiar de profesionales para dar
con el método que permita salvar,
de una manera rápida, práctica
y efectiva, esa presunta falla en la transmisión.
Pero cuando la desocupación,
la corrupción y la injusticia siguen
estando a la orden del día; cuando para
el inminente juicio oral sobre el atentado
a la AMIA se siguen prometiendo task forces
y novedades que nunca se concretan; cuando
el juzgado mismo reconoce que se hizo poco
y nada respecto del descubrimiento de los ideólogos
y autores principales de este atentado y del
de la Embajada de Israel, sumado a todos los
otros crímenes impunes, más allá de
los posibles trucos publicitarios, la sociedad
recibe un mensaje claro de que es poco lo que
ha cambiado y que esa sensación de malhumor
y escepticismo, tristeza y desesperanza, es
simplemente producto de una ajustada lectura
de la realidad. El único mensaje convincente
serían hechos nuevos, no discursos o
mensajes nuevos.
El tema no es falta de transmisión.
La transmisión es permanente, una prédica
constante y efectiva, sólo que los valores
que se transmiten son los del pragmatismo más
primario; son el negativo exacto de la ética.
Un pragmatismo globalizado a ultranza en el
que el que el hombre común, la cordura,
la justicia, la igualdad ante la ley, no tienen
voz ni lugar. Y lo que vale para la sociedad
argentina en general vale también para
las principales instancias de la comunidad
judía.
El discurso final de Chaplin
en el El gran dictador de los años
40 sigue siendo actual. Decía allí:
En este
mundo hay sitio para todos, la tierra es
rica y puede proveer a todos. El camino de
la vida podría ser libre y hermoso.
Pero hemos perdido el camino. La codicia
ha envenenado el alma de los hombres y ha
construido barricadas de odio en el mundo.
Nos ha hecho marchar a paso de ganso hasta
la angustia y la sangre derramada. Hemos
dominado la velocidad pero estamos encerrados.
La maquinaria que da abundancia nos ha dejado
en la privación. Nuestra sabiduría
nos ha hecho cínicos. Nuestro ingenio,
duros y faltos de bondad. Pensamos demasiado
y sentimos muy poco. Más que maquinaria
necesitamos humanidad. Más que ingenio
necesitamos bondad y amabilidad. Sin estas
cualidades la vida será violencia
y todo estará perdido.
Para este nuevo año judío
brindemos por un 5761 en el que la justicia
haga finalmente su tarea, termine la impunidad
y los culpables de los cruentos atentados a
la Embajada de Israel y a la AMIA obtengan
su merecido. Hasta que esto se concrete, también
durante el año que se inicia vamos a
seguir cada lunes de pie en esta plaza parafraseando
la fórmula tradicional acuñada
por un famoso Salmo en recuerdo de Jerusalén.
Para este año nuevo, en este país
de pobre memoria, deberíamos jurar todos
con la mano sobre el corazón:
Si te olvidase,
18 de julio, que se seque mi diestra,
que mi lengua se me pegue al paladar si no
te recordase.
Amén y que el que comienza
sea un un año de paz, trabajo y justicia
para la Argentina, para Israel, para el pueblo
judío y para el mundo; un año
de hermandad, creatividad, dicha y justicia.
Shaná Tová,
Jatimá Tová. Que seamos
todos inscriptos en el libro de la vida,
de una vida digna.