Memoria
activa (I)
Palabras presentadas
por Eliahu Toker frente a Tribunales
Lunes
19 dic. 1994
Hoy volvemos a plantarnos aquí,
en nombre de la Memoria y la Justicia, como
todos los lunes, desde el 18 de julio en que
atentaron contra la sede de la Comunidad Judía
porteña, desde el 17 de marzo en que
atentaron contra la Embajada de Israel de Buenos
Aires, y desde hace siglos. Somos una multitud
que alza la voz pero los muros del Palacio
de Justicia están sordos. Podemos repetir
con Isaías:
¡Ay
de los que llaman al mal, bien y al bien,
mal,
y dan oscuridad por luz y luz por oscuridad,
que dan amargo por dulce y dulce por amargo!
¡Ay de los que se creen sabios y se
arrogan toda la inteligencia!
¡Ay de los que absuelven al malvado
por soborno y le quitan al justo su derecho!
(Isaías, V/20)
¡Ay
de los que decretan decretos inicuos
y de los escribientes que anotan vejaciones
excluyendo del juicio a los débiles,
atropellando el derecho de los míseros
de mi pueblo!
¿Qué hareis el día de
las cuentas?
¿A quién vendreis a pedirle
socorro? (Isaías, X/1)
Tal como una
llamarada devora las espigas
y tal como se derrumba el heno entre las
llamas,
así se pudrirá su raiz. (Isaías,
V/20)
Oíd
la palabra de Dios
burladores, señores de este pueblo.
Habeis dicho:
Hemos hecho alianza con la muerte
y hemos pactado con el abismo;
hemos hallado refugio en la mentira
y nos hemos escondido en el engaño
de modo que cuando pase el azote desbordado
no nos podrá alcanzar. (Isaías,
XXVIII, 14)
Por
eso dice el Señor:
Pondré a la equidad por medida
y a la justicia por nivel.
El granizo barrerá el refugio del
embuste
y las aguas inundarán su escondite;
será rota vuestra alianza con la muerte
y vuestro pacto con el abismo no se mantendrá.
Cuando pase el azote desbordado os aplastará,
siempre que pase os alcanzará.
Porque mañana tras mañana pasará,
de día y de noche;
y temblareis de solo oirlo.
Y la cama resultará estrecha para
cobijarse,
y la manta, corta para cubrirse. (Isaías,
XXVIII,16)
Palabras de Isaías.
El 18 de julio fue el espanto
y la solidaridad. Hoy, 19 de diciembre, apenas
5 meses más tarde ¿QUÉ?
Las aguas de la normalidad ya sofocaron las
llamaradas de la furia, destiñeron la
memoria, cubrieron el escándalo con
nuevos escándalos.
¿Se incluye Isaías
en los textos escolares?
¿Van a explicar el año
próximo los profesores de historia argentina
a sus alumnos, lo que nos sucedió el
18 de julio? ¿Van a hablarles de la
violencia, del racismo, del nazismo, del autoritarismo
desvergonzados y en plena expansión?
¿Y cómo contar
el 18 de julio? ¿Cómo enseñarlo? ¿Cómo
explicar lo inexplicable; cómo decir
lo indecible; cómo concebir lo inconcebible? ¿Como
un mero accidente de la historia? ¿Como
algo que le ocurrió a otros y que no
va a repetirse?
Terminan las clases. ¿Es
adecuado perturbar el rutinario acto escolar,
el ritual discurso de fin de año, con
actos de repudio a la unanimidad, a la obsecuencia;
de compromiso con la reflexión, con
el imperio de la ley? ¿Es adecuado perturbar
a educadores, padres y alumnos reflexionando
juntos, humildemente, acerca del 18 de julio?
Es cierto, educar consiste en eso, en perturbar,
provocar, inquietar, mover a grandes y a chicos
del lugar en que están instalados. Y
sin embargo, ¿tenemos el derecho de
contar una y otra vez el espanto? Pero por
otra parte, ¿tenemos acaso el derecho
de no contarlo? La insensibilización
ante el crimen y la violencia es un triunfo
post-mortem del nazismo.
Los únicos remedios contra
la repetición, son la memoria activa,
la justicia diligente, la educación
hacia el pluralismo y la capacitación
para pensar con autonomía. El judío,
el hombre, sólo está seguro donde
rigen la ley, la libertad, la democracia, una
opinión pública sana. Y más
que luchar contra los fanáticos de la
muerte, cosa imposible, de lo que se trata
es de reforzar la conciencia de los fanáticos
de la vida. Esta convocatoria
de los lunes es un modo del compromiso, pero
los demás días de la semana también
tienen que serlo, para que recordar no sea
una manera de reducir el pasado a pasado; para
que recordar no sea apenas una estrategia del
olvido.