¡Andá
a cantarle a Jevel Katz!
Está pendiente todavía
una aproximación sistemática
a los personajes y a las leyendas del folklore
judío latinoamericano. En los campos
del sur del continente (Argentina, Uruguay,
Brasil) se conformó el “gaucho
judío” que dio pie a toda una
literatura en ídish, castellano y portugués. A
lo largo y ancho de América Latina el
inmigrante urbano —en especial el judío— creó el
personaje del vendedor ambulante, cuyo nombre
en castídish varió de
lugar en lugar, y también encontró expresión
en diferentes textos literarios en esas tres
lenguas.
La intención de
este capítulo es recordar a un cantautor que a lo largo de los años ‘30
fascinó al Río de la Plata judío componiendo y cantando
en un lenguaje a mitad de camino entre el ídish y el porteño,
canciones que reflejaban con espontaneidad, gracia y picardía las vivencias
de los inmigrantes judíos de esta parte del mundo. Pese a los sesenta
años transcurridos desde su temprana muerte, para quienes saben de Jevel
Katz, evocarlo es levantar el recuerdo de una leyenda tibia todavía,
y para quienes no saben de él es la oportunidad de tomar contacto con
un singular personaje del folklore judío argentino.
¿Quién
era Jevel Katz? Era “un cantor callejero” como él
mismo se definía. Era un juglar, un
trovador, un Gardel judío irónico
y tierno, un cantautor, como se diría
hoy. Era todo eso a un tiempo, un fenómeno
popular y también —sin saberlo y sin
proponérselo— un testigo de la vida
y los milagros de los judíos argentinos
de los años treinta, esos gringos con
pretensiones de criollos, retratados de cuerpo
entero en canciones afectuosamente burlonas
acerca del Buenos Aires judío de entonces:
Si andan por Corrientes / tiendas
judías
sin fin, /cafés llenos de gente
/ como seguidores de un rabí; /
jugando dominó y dados / disfruta
la gente; /allí hay muchos más
/ comerciantes que clientes, /unos pocos
banquitos / y demasiados presidentes, /se
vota, se arman listas / y pelean como mujeres...
[1]
“Se vota, se arman listas” es
en su castídish Men votevet,
men listevet. Ejemplo de la
inagotable creatividad idiomática que
Jevel Katz sumaba a la ironía.
La siguiente es parte de la receta que brindaba
a los gringos para aprender rápidamente
a hablar en castellano:
Castellano es muy
fácil, / sólo
hay que decir todo con “ere”.
Si en el viejo hogar cosía ropa
/ aquí es un “sastrere”.
Si anda vendiendo cortes de tela /
aquí es
un “marinere.
Si le gusta una dulce María /
se dice aquí “te quiere”.
Cuarenta años en el país
/ aquí es un “extranjere”.
Tiene esposa e hijos en Europa / aquí es
un “soltere”.
Los manda buscar a los veinte años
/ aquí es muy “lijere”.
Y si prefiere no traerlos / es aquí “no
quiere”. [2]
Jevel Katz
adaptó a este texto la música
de “La cucaracha”, canción
entonces en boga. Este era precisamente uno
de sus fuertes: tomar canciones de moda y adaptar
a su melodía
una letra escrita por él. Así pasaron
a su repertorio vidalitas, rancheras, fox-trots,
tangos y rumbas. Por sólo nombrar algunas: “La
cumparsita”, “Mucho lujo”, “Ranchera
de mi corazón”, “El manisero”, “Tango
secreto”, “Qué decís
mi chico bien” o “Yo soy así”.
La letra original de esta última, por
ejemplo, dice: “Si
soy así / que
voy a hacer / nací porteño y
embalau para el querer”. La versión
de Jevel Katz es algo diferente:
Si
soy así / que voy a hacer / mi lengua
todavía está en pañales.
Si
soy así / que voy a hacer / a mí me
cuesta mucho acriollarme. [3]
Jevel Katz había
nacido en Vilna, la llamada Jerusalem de Lituania,
el 10 de mayo de 1902, en el seno de una familia
de pocos recursos, de modo que comenzó a
trabajar desde muy joven como matricero en
una famosa imprenta vilniana, la de los hermanos
Rom, centenaria editora de libros sagrados
y también profanos.
Fue en el
sindicato de obreros gráficos
de Vilna donde Jevel Katz comenzó a
cantar sus primeras parodias. Se cuenta que
cuando, a los 27 años, decide seguir
a un hermano suyo radicado ya en Buenos Aires
—esa ciudad tan lejana y de tan mala
fama, Semana Trágica y trata de blancas
mediante— un capataz de los Rom le recomienda
que en esa ciudad “abra bien los ojos”, zol
hobn gut an oig. Ese consejo se transformó en
una de sus primeras y más famosas canciones
porteñas:
En
la ciudad donde nací / tuve un maestro
/que antes de mi viaje / me dio esta lección:
// Vas a un país lejano / sólo
ten en cuenta / mirar a todas partes / y
abrir muy bien los ojos. / Ten ojo, ten mucho
ojo, / ten ojo, no te olvidés; /quien
tiene ojo es afortunado, / y quien no lo
tiene ¡ay de él! [4]
Jevel Katz desembarcó en
Buenos Aires el 20 de mayo de 1930 y de inmediato
se enamoró de la ciudad y del país.
Aquí decidió dedicar todas sus
energías a componer, cantar y actuar
sus canciones paródicas. Con un talento
musical innato, una simpatía desbordante,
un agudo sentido del humor y un ojo atento,
sacaba partido de todo lo que veía y
oía. Con la gracia del cocoliche se
burlaba de su propia media lengua:
Nacido yo soy lituano / es
año
y mes que estoy en país / y ya sé cantar
castellano. / Castellano aprendí muy
ligero / porque yo sabía / tres veces
por día / hay que comer buen puchero.
En sus diez años de carrera
porteña Jevel Katz escribió y
musicalizó unas 500 piezas, entre parodias,
cuplés, cuadros, sátiras y pequeñas
descripciones lírico-musicales de la
vida judía en Buenos Aires y en las
colonias agrícolas judías de
Santa Fe y Entre Ríos. Cantaba en un ídish
lituano mechado de términos porteños
y lunfardos, riéndose de y con los gringos,
satirizaba la vida en la gran ciudad, los pic-nics,
los banquetes, las pujas electorales de las
instituciones, los teatros judíos, los
actores y a sí mismo.
Los títulos de algunas de sus composiciones
más famosas pueden dar una idea de cuáles
eran sus temas favoritos: “Dados”,
“Radio”, “Un poquercito”, “Colchas”, “En
un conventillo”,
“De noche con un tranvía por Corrientes”,
“Canning”, “Busco un cuarto”, “Una
ranchera”, “Te”,
“El gringo en la plaza”, “Mi viaje
a Tucumán”,
“Un colono”, “Basavilbaso”, “Moisés
Ville”, y muchas, muchas más. Resulta
sorprendente la cantidad y variedad de canciones
que Jevel Katz compuso en los diez años
transcurridos desde su llegada a Buenos Aires
en 1930 hasta su fallecimiento en 1940.
Sólo interpretaba canciones compuestas
o arregladas por él mismo, acompañándose
con una enorme variedad de instrumentos musicales,
algunos extravagantes, otros de su propia factura.
Guitarras y mandolinas —que sonaban como las
que acompañaban a Carlos Gardel— a
menudo cedían el lugar a extraños
instrumentos de percusión o a una gama
de armónicas y silbatos de todo tamaño,
incluso algunos minúsculos que disimulaba
en su boca. Muchos de esos instrumentos se
hallaban expuestos en una vitrina del IWO,
en el tercer piso del edificio de la AMIA destruido
por el atentado de 1994 y en su mayor parte
fueron rescatados de entre los escombros y
restaurados.
Según el profesor Samuel Rollansky,
en esos instrumentos y en los diversos vestuarios
que usaba en sus presentaciones, gastaba la
mayor parte de lo que ganaba. Jével
Katz fue uno de los que inauguraron las recién
nacidas emisiones de radio tanto porteñas
como montevideanas, y vestido de gaucho, de
mujer, o con un sombrero de copa y smoking,
recorría los escenarios de Buenos Aires,
de ciudades del Uruguay y de Chile, y también
los improvisados tablados de las colonias agrícolas
judías del interior argentino.
Voy de turné por la
provincia /a probar fortuna. /Con todos mis
instrumentos /y un pasaje de tren ida y vuelta.
/Arre, arre, Jévele; arre, arre, kétzele
/ Los gastos son enormes, / que al menos
vuelva seco, /que tenga suerte y no llueva.
[5]
La conmiseración y la
ternura con que Jével Katz mira a los
artistas, posiblemente esté resumido
en ese diminutivo entre triste y burlón
que se aplica a sí mismo: de Jévl, Jévele;
de Katz, kétzele. Las canciones
que dedica a las colonias judías son
particularmente hermosas en su melodía
y en su letra, como la dedicada a Basavilbaso,
cuya versión española reproducimos
más abajo. pero no todo es ligero y
festivo en la obra de Jevel Katz. Tiene algunos
textos conmovedores, como ese monólogo
empapado de nostalgia por el viejo hogar, “El
gringo en la plaza”, del que se conservó una
vieja grabación en la voz de Jevel Katz
mismo.
Yo
me abriría el corazón
/para que vean como llevo escondida allí /una
larga nostalgia /que no deja de doblegar
en mi /la sola idea de ser feliz; /que me
tironea hacia atrás, /hacia el pueblito
en el que nací... //
Pasan flotando ante mis ojos /viejas
casitas encorvadas / y entre ellas, allí,
/me atrae aquella casita /con dos ventanitas
al jardín, /donde mi padre y mi
madre, / hermanitos y hermanitas / se
sentaban los sábados / alrededor
de la mesa / y tras la comida / mi padre
se echaba a cantar / una melodía
que sonaba así.
[6]
Y el juglar entona la bellísima
canción sabática del padre. Y
en su monólogo sigue luego contando
por qué dejó su hogar.
Es que...
atraía mi corazón
/ lo que mis ojos no veían, / el país
del gran mundo / donde el hombre es una máquina,
/ el mundo de una cultura / sin sombras de
grosería, / sin armónicas de
campesinos / y donde música es sinfonía.
[7]
¿Pero qué encontró en este nuevo mundo? Sigue “El
gringo en la plaza”:
Y deambulo por las calles
/entre masas de gente / entre bocinazos salvajes
/ y tintinear de tranvías, / entre
relampagueo de lámparas / y apurados
rostros desconocidos; / corren caballos y
automóviles / chirrían radios
encendidas / todo mezclado en una danza demoníaca.
/ Y yo ando de la mañana a la noche
/ la cabeza mareada y los ojos confundidos
/ y me arrastro hasta un rincón
/ hasta el banco de una plaza / y allí me
derrumbo / lejos de ruido y barullo, / no
siento los pies ni el cuerpo / y me echo
a pensar: / Si pudiese quedar dormido / y
al menos en sueños
/ volver a ver mi viejo hogar. [8]
Tendido en una cama de hospital,
cantando para sí mismo canciones dedicadas
a su viejo hogar cerró Jevel
Katz los ojos el 8 de marzo de 1940. Tenía
37 años. La inesperada
noticia de su muerte recorrió como un
escalofrío las calles del
Buenos Aires judío de entonces, sobrecogido
todavía por el reciente
estallido —en setiembre, hacía
apenas seis meses— de una guerra terrible,
que se iba extendiendo como una mancha de sangre
por tierras y calles de ese viejo hogar europeo.
Y ahora, repentinamente, cuando más
falta hacía un poco de canto y risa,
enmudecía
ese cantor alegre y familiar.
El Diario
Israelita tituló su
nota necrológica: “Murió el más
alegre de los judíos de Argentina, el artista
más popular y querido de Buenos Aires, Jevel
Katz”.
Velado en la Sociedad de Actores Judíos
—entonces en Paso 550— una conmovedora multitud se reunió a rendirle
homenaje. Decían los diarios que fue la mayor expresión colectiva
de dolor después de la provocada por la muerte de Carlos Gardel, cinco
años antes. La calle Paso y las laterales, estaban totalmente
cubiertas, desde Corrientes hasta Córdoba, por un compacto gentío.
Cuando lentamente comenzó a moverse el carro fúnebre para tomar
Corrientes en dirección del cementerio de Liniers, fueron colocándose
detrás centenares de automóviles formando una interminable caravana,
que se detuvo frente a los teatros judíos Mitre y Excelsior. Esa lenta
caravana tuvo siempre a ambos lados, a lo largo de todo su trayecto, una multitud
enmudecida, que no entendía por qué, de pronto, le habían
quitado su cantor.
Jevel Katz había iniciado su carrera
artística cuando recién comenzaban
a desarrollarse las técnicas de la grabación.
De ahí que sea muy poco lo que dejó grabado.
Apenas ese monólogo “El gringo
en la plaza”, su famoso “Mucho
ojo” y muy poco más. Pero este
poco y la gracia testimonial de sus textos
y melodías alcanzaron para dar categoría
de leyenda a este cantor popular, Gardel judío
y porteño que, igual que el otro, cada
día canta mejor.
____________
1. Gueit ir durj Corrientes
gas / guesheftn on a tsol / di cafeen zainen
ful / vi jsidim bai a rebn / men shpilt a
dómine, a dado / un men majt a lebn.
/Sojrim zenen dortn do / merer vi klientn
/ benklaj zainen venik do / un tsu fil prezidentn,
/men votevet, men listevet, / men krigt zij
oft vi vaiber /...
2. Castellano
iz zeier gring / men darf nor zogn alts
oif ere. / Zait ir gueven in der heim a
shnaider / heist ir do sastrere. / Klapt
ir do arum mit kortlaj / heist ir "marinere".
/ Libt ir a Marie zis / heist dos do "te
quiere".
/ Zait ir fertsik ior in land / heist ir "extranjere".
/ A vaib mit kinder in Europe / heist ir
a "soltere". / In tsvontsik ior
nemt ir ir op / heist es do "lijere".
/ Un tomer vilt ir ir nit brenguen/heist
dos do "no quiere".
3. Si soy
así /
que voy a hacer / az main tsung in kimpet
ligt dervail bai mir. // Si soy así /
que voy a hacer / az tsu acrioyirn zij iz
mir zeier shver.
4. In shtot
vu ij bin gueboirn / a rebn hob ij guehat
/hot er mir far main forn / guelernt ot dem
pshat:/Du forst in land in vaitn / vu vos
ein zaj dort toig, / kukn in ale zaitn /
un hobn gut an oig. // Hob ojo, hob mucho
ojo, / hob ojo, zai nisht fartrajt. / Ver
es hot ojo, hot mazl brojo / un ver es hot
nit, iz nit far mir guedajt.
5. Main
tur in provintz: For ij mir arois oif a tur
in der provints / oistsuprubirn main glik.
/ Nem ij mir mit main klaper-guetsaig / un
a bilet in un tsurik. // Vió,
vió, Jévele
/ vió, vió, kétsele,
/ di gastes zenen zeier grois. // Zol dir
guts bagueguenen, / zol dort jotch nit reguenen,
/ trukn zolstu jotch arois.
6. Ij volt
main hartz oif tsveien shpaltn / un kukt,
ir zet, dort ligt bahaltn / ir zet a benkshaft
dortn lign / vos es halt in ein bazign /
dos guedank tsu naiem glik; / un es shlept,
es tsit tsurik, / tsu dos shtetl vu gueborn
/ vu farbrajt di kinder iorn / un es shvebn
far di oign / di alte aizkes oisgueboign.
/ Un tsuvishn zei ot dortn / mit tsvei fentsterlej
in gortn, / punkt antkegn altn klaizl / ot
dort tsit tsu ienem haizl, / vu der tate
mit main mamen / shvester, briderlej tsuzamen
/zainen bai ein tish guezesn / un dem shabes
nojn esn /flegt der tate zij tsezinguen /
mit a nign vos flegt klinguen...
7. Un
dos hartz hot mir guetsoign / tsu dos vos
zeen nit di oign /tsu der groiser velt medine
/ vi der mentch iz a mashine / tsu der velt
fun kultur / vu fun prostkait iz kain shpur
/ vu kain poier shpilt garmonie / vu muzik
iz a simfonie.
8. Un
tsvishn mentschn masn / blanke ij tsvishn
di gasn /unter vilde truberaien / un dos
klinguen fun tramvaien / tsvishn blitsn
lompn lijter / fremde loifnde guezijter,
/ s’loifn ferd, oitomobiln
/ unter griltsn radio shpiln / un es guist
tsunoif ingantsn / punkt vi sheidim voltn
tantsn. / Fun fri biz najt halt ij in gueien,
/ di oign shvindlen, der kop tut dreien,
/ biz ij dershlep zij in a vinkl, / tsu a
plase oif a benkl / vait fun tuml un guerider
/ fal ij dortn koim anider, / ij shpir kain
fis un shpir kain glider, / un ij oib on
trajtn, klern, / ven ij volt konen atntshlofn
vern /un jotch in jolem, jotch in troim /
zen tsurik di alte heim.